Hace demasiado tiempo que aprendí a vivir sin ti, pero aún así, en días como hoy, cuando por casualidad me cruzo con mil cosas tuyas, no puedo evitar pensar en cómo sería mi vida si tú estuvieras en ella.
Es cierto que hemos aprendido a vivir así y que no nos va tan mal, pero a veces me pregunto cómo hemos llegado hasta aquí. Tú ya no sabes nada de mí y yo, yo apenas recuerdo el sonido de tu voz. Y sin embargo, cada vez que veo cualquier cosa o sostengo en mis manos algo tuyo, siento que sigue siendo nuestro. Siento que en algún momento volveremos a encontrarnos.
Y sé que pensar esto no es bueno pero el problema es que hace mucho que deje de pensarlo y sin embargo lo sigo sintiendo.
Hace un año o incluso hace algunos meses, si me hubiese parado a escribir sobre esto, lo habría hecho con dolor, con nostalgia… Pero en cambio hoy, hoy lo hago con toda la normalidad del mundo. Por fin fui capaz de asumir que ya no estás y por fin puedo pensar en esto sin que sea algo que aun duele.
Y lo cierto es que no sé en qué momento esto cambio, pero si sé que lo hizo y que gracias a ello puedo permitirme el pensar en ti o recordarte sin que eso suponga un dolor que antes no todos los días podía permitirme.
Y otra cosa que sé es que si suena el teléfono y eres tú, dejaré cualquier cosa que esté haciendo para ayudarte, pero también sé que tú harás lo mismo. Que no he dejado de pensar que es Para Siempre… aun que está parte del camino no la estemos compartiendo. Porque si algo me ha quedado claro durante estos años es que cuando compartimos tiempo, no podemos evitar ser solamente tú y yo.
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